Es un verdadero placer ver nuevamente a Solá sobre el escenario, con su oficio intacto y esa presencia que lo convierte en uno de los intérpretes más respetados del teatro argentino. Pero si hay alguien que sorprende y se destaca especialmente en esta puesta es Maxi de la Cruz, quien demuestra un gran talento para el humor y perfecto timing escénico. Su trabajo es formidable.
La historia presenta a un presidente recién electo, pocas horas antes de dar su discurso de asunción. Sin embargo, un evento inesperado le impide hablar con naturalidad, por lo que debe recurrir de urgencia a un psicólogo para intentar resolver el problema. A partir de allí, se desarrolla una sesión llena de situaciones desopilantes que el público celebra con risas y aplausos, pero que hacia el cierre también deja espacio para la reflexión.
La dirección de Max Otranto es precisa y dinámica, logrando un excelente equilibrio entre la comedia y el contenido más profundo del texto. La puesta en escena, que representa un despacho presidencial, está muy bien lograda y ayuda a crear el clima perfecto para esta historia.
Con la temporada llegando a su fin, recomendamos aprovechar las últimas funciones de Mi querido presidente en el Teatro Apolo (Av. Corrientes 1372, CABA). Una propuesta divertida y con dos intérpretes de gran nivel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario