El elenco —Agustina Cabo, Julia Catalá, Mercedes Moltedo y Julián Rodríguez Rona— es excelente. Cada uno aporta verdad, frescura y emoción en un tono coral donde todo fluye con naturalidad. Sus interpretaciones son tan humanas que el espectador se siente parte de ese universo rural y tan distante del caos de las grandes ciudades.
La dirección de María Marull es impecable: sensible, detallista, equilibrada entre lo poético, la comedia y lo popular. No hay nada librado al azar, y eso se percibe en cada gesto, cada diálogo y cada silencio.
La función a la que asistimos fue especial: sobre el saludo final, Marull contó que el elenco viajó recientemente a Corrientes para conocer a “La Pilarcita” y el fervor que despierta en los fieles. Fue un momento emotivo que sumó aún más valor a la experiencia.
La Pilarcita es una obra entrañable, de esas que uno recomienda con entusiasmo sincero. La historia fusiona la fe y los vínculos, y explica perfectamente por qué sigue llenando salas después de más de una década.
Las funciones estables son los viernes en El Camarín de las Musas, y también hay presentaciones especiales en el Teatro Astros. No se la pierdan.
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