lunes, 24 de noviembre de 2025

CRÍTICA: VANYA

Fuimos a ver Vanya, del dramaturgo Simon Stephens inspirada en los personajes de Antón Chéjov, protagonizada por un magistral Paulo Brunetti, y todavía seguimos procesando la potencia de esta experiencia teatral.

La propuesta es, ante todo, un viaje intenso, poético y profundamente humano, donde un solo actor encarna a todas las figuras del universo chejoviano. Lo que podría ser un riesgo artístico enorme se convierte aquí en una proeza interpretativa. Brunetti ofrece un trabajo fascinante, preciso, emocional y lleno de matices; un verdadero desafío que ejecuta con una solvencia admirable.

La dirección de Oscar Barney Finn es simplemente exquisita: meticulosa, elegante y profundamente respetuosa del espíritu del texto, pero con una sensibilidad contemporánea que permite que la obra respire y se sienta vigente.

La creación de Stephens, que viene de ser un éxito en Londres y Nueva York, abre espacio para explorar las emociones humanas en toda su complejidad: los deseos que impulsan, los sueños que sostienen, los arrepentimientos que pesan y las búsquedas íntimas que nos atraviesan.

La puesta en escena merece una mención especial. Está resuelta con inteligencia y gran sensibilidad estética, creando un entorno visual que acompaña y potencia la multiplicidad de personajes, sin nunca robar foco a lo esencial: la interpretación.

La obra se presenta los viernes y sábados en el British Arts Centre (Suipacha 1333, CABA). Atención: quedan muy pocas funciones en Buenos Aires. Luego, Vanya seguirá su recorrido con una temporada en Mar del Plata.

Con producción general de Brunetti-Finn-Heck, esta versión de Vanya es sofisticada, emotiva y absolutamente digna de un aplauso de pie. No se la pierdan.


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